Dwight Schrute, en la serie The Office, decía que “La nostalgia es verdaderamente una de las grandes debilidades humanas… sólo superada por el cuello”. Y hablando de nostalgia – y cuellos -, tenía razón ya que una parte de muchos aficionados de la Fórmula 1 se quedó en aquél safety car provocado por Di Resta con el que terminó la carrera bajo la lluvia en Interlagos 2012 (eso los que sobrevivieron a Abu Dabi 2010…).
Aquella fue una temporada de ilusión, en un momento crítico en el que España, junto con Portugal, Italia y Grecia, padecía una brutal crisis económica con recortes ordenados desde Alemania. Fue en ese verano de 2012 cuando un español ganó en Alemania con un coche italiano diseñado por un ingeniero griego (Nicholas Tombazis). Bonita ironía de la temporada y situación del momento, los pequeños luchando contra los líderes de Europa y la Fórmula 1 (Alemania y el Red Bull de Adrian Newey).
Hablando de Grecia, podemos recordar la batalla de las Termópilas en la que el rey espartano Leónidas y sus 300 soldados lucharon contra el gran ejército del Imperio aqueménida persa de Jerjes I (480 a. C). Esta batalla está enmarcada en la 2ª Guerra Médica – el nombre viene del imperio Medo, no de médicos luchando por una plaza -. Los espartanos estaban en clara inferioridad numérica y llegaron a resistir tres días de batalla, consiguiendo infligir un gran número de bajas el ejército persa. Los espartanos resistieron hasta el final, pese a que todo indicaba que fallecerían. Finalmente, esta historia quedó en la memoria colectiva como un ejemplo de valentía y coraje que inspiraría a generaciones y generaciones.
De la misma manera – aunque menos trágico, y sin 300 soldados pero si a 300 km/h-, Fernando Alonso y el equipo Ferrari lucharon hasta esa última carrera en Interlagos en un mundial complicadísimo frente a Sebastian Vettel. Alonso necesitaba quedar por delante del alemán y que éste no acabase 6º o mejor. En la primera vuelta la lluvia trajo una oportunidad que el trompo de Vettel confirmó, el mundial parecía posible al tiempo que Lobato gritaba “¡Fernando pasándolos a todos!”. Pese a todo ello, Vettel lograría terminar en 6ª posición y ganar el mundial por solo 3 puntos de ventaja. Dejándonos con la mirada perdida como Alonso al bajarse del coche, sonando para siempre en nuestras cabezas el Nothing else matters del previo y post del programa en Antena 3.
Estos dos ejemplos muestran cómo hemos de enfrentarnos a los desafíos, aunque sean casi imposibles: con determinación y valentía, sin rendirse y sin perder nunca la esperanza. Igual que la cultura popular recuerda más a Leónidas y los espartanos que a Jerjes, aquella temporada de Fernando Alonso será recordada también como una de las mejores pese a caer derrotado en el último momento. Porque a veces el éxito no se mide por los resultados sino por el valor y la honra de la lucha hasta el final.
De todas maneras no siempre todo es tan épico como ser piloto de Fórmula 1 o un rey espartano, y – como también dijo Dwight en The Office – que no todo lo que ocurre sea una lección ya que a veces hay que aceptar que simplemente se ha fracasado.